lunes, 30 de julio de 2007

Siguiente etapa SS27

5, 4, 3, 2, 1... Una cuenta atrás que repetida en más de 500 ocasiones representaba el inicio de un duro camino. Kilómetros de desierto esperando a cada participante, para descubrirle de manera repentina peligros que sólo los más preparados y los más prudentes han podido superar. Una prueba en la que el sólo hecho de participar ya implica un alto grado de afán de superación, y una necesidad personal de hallar los propios límites.

Fueron muchos los que acabaron exhaustos, pero portando una media sonrisa que simbolizaba el orgullo por haber terminado tan duro recorrido.

La otra cara se encuentra en aquellos que vieron como sus sueños acababan en la sala de radiología de un hospital. Un triste final después de tantas ilusiones depositadas en un reto, que sin embargo aporta experiencia para poder superarlo la próxima vez.

Resulta curiosa la admiración que despiertan este tipo de personas para quienes les vemos “desde fuera”, y sin embargo, basta con pararse a pensar un poquito, para darse cuenta que igual que ellos, nosotros también competimos.

No puedo recordar el momento en que me dieron salida, pero tengo claro que a pesar de los posibles traspiés que pueda sufrir, voy a enfrentarme a cada nueva etapa como si fuera la última. Procuraré que mis copilotos me den las mejores notas posibles, e intentaré sacar el máximo partido a mi máquina para poder disfrutar al máximo de cada metro avanzado. Miraré por los retrovisores sólo por si me tengo que apartar ante alguien que vaya más rápido, sin pararme demasiado a pensar en los errores que haya podido cometer en las últimas curvas. Disfrutaré con los vítores del público, y con el silencio de los desiertos que me vaya encontrando. Aprovecharé las asistencias para volver a coger fuerzas y miraré siempre hacia delante…

jueves, 12 de julio de 2007

Viaje a Nunca Jamás

Tan sólo falta una hora para que ponga rumbo a Zaragoza. Una escapada sin importancia que culminará en un par de días con una vuelta en la que probablemente se me confunda con domingueros, currantes, etc...
Y curiosamente este viaje, el primero con el Chapulín, vuelve a abrirme los ojos y recordarme viejas normas para mi vitales.
Las distancias no existen. Da igual donde te encuetres. En una fiesta rodeado de gente puedes llegar a sentinte tan sólo que el alma se te encoje y las lágrimas luchan por escapar de tus ojos. Y sin embargo, en medio del desierto, basta con que pienses en alguien para saber que está ahí contigo, haciéndote sonreir por su recuerdo, y avivando las ganas de volver a verle.
El mañana no existe. Es bueno tener planes de futuro, inquietudes puestas en un mañana repleto de cambios. Sin embargo, nada puede asegurarnos que lleguemos a él. En un segundo puedes pasar de estar cantando la canción de moda con tus amigos, a engrosar las estadísticas de la DGT. Puede resultar exagerado, pero cada fin de semana son muchos los que no recibirán más besos de quienes vieron partir un par de días antes. Prudencia, sí. Realismo, también.
No te arrepientas de lo que haces. En todo caso, hazlo por las cosas que dejaste de hacer. Es inevitable estar decidiendo constantemente, y precisamente por eso, es inevitable equivocarse. Aprende de los errores pasados para no cometerlos en el futuro. Cada una de las opciones que tomamos en la vida no enseña algo. Que acertamos. Que erramos. Que debemos volver a intentarlo. Que debemos desistir...
Quiérete a ti mismo. Es indispensable para poder amar a los demás. No dejes de decir te quiero ni una sola vez. Si esa u otra palabra se acercan a tus labios porque por un instante se pasó por tu cabeza, no lo dudes: dilo. Abraza a quienes aprecias, besa a quienes lo merezcan, acaricia a quien lo necesite, y demuestra en todo momento que eres corazón por encima de las apariencias.

domingo, 1 de julio de 2007

Para un amigo

Existen un montón de rumbos que tomar: a favor del viento, en contra, dejarse llevar por la marea, contracorriente... Cada uno debe ser capaz de tomar el timón y dirigir su barco hacia el puerto que quiera. Es cierto que en muchas ocasiones resulta realmente complicado, pero así es la vida!
Lo bonito de navegar es precisamente la incertidumbre del tiempo que hará mañana. Podemos despertar en medio de una tormenta y pensar que sin duda vamos a naufragar, o amanecer descubriendo una isla que no estaba en nuestro mapa. Lo importante es seguir. Navegar a toda costa. Aprender cada día a dirigir de mejor manera el barco de nuestra vida y SABER que existen muy pocas travesías en las que navegamos sólos. Habrá tripulantes que suban y bajen de nuestra embarcación y todos ellos son importantes por aquello que nos aportarán mientras dure su compañía, pero más allá de ellos, existen SIEMPRE otros barcos que navegan junto a nosotros. Que por mucho que nos podamos olvidar de ellos no nos abandonan. Que en caso de necesitarlo nos remolcarán hasta que podamos volver a zarpar por nosotros mismos. Que aunque en ocasiones puedan perjudicar nuestro rumbo sin querer, siempre procurarán lo mejor para nosotros.
Navegar. No queda más remedio. No hay nada más bonito. Ahora alguno de esos barcos quieren rescatarte de tu naufragio, dejarte en puerto y ayudarte a construir una nueva nave más grande, más fuerte y eterna.