viernes, 8 de febrero de 2008

Odio

Son sólo cuatro letras, y sin embargo encierran la peor de las enfermedades del hombre.

Odiar no implica sólo desear el mal hacia alguien en concreto, sino que experimentar dicho sentimiento perjudica directamente a quien lo siente. Cada segundo que se dedica a odiar a alguien, es un segundo de felicidad robado a uno mismo. Cada acción motivada por el odio es un esfuerzo por recordar malos momentos. Cada palabra cargada de ese sentimiento es una amarga lágrima que se acumula en nuestro corazón. Cada persona a quien dirigimos esa ira, le roba un tiempo de cariño a quienes apreciamos.

No deben olvidarse los males que hemos sufrido ni los causantes de los mismos, ya que si lo hiciéramos volveríamos a cometer los mismos errores, pero menos aun debemos permitir que dichas personas hipotequen nuestra felicidada y la de quienes queremos.

Cogí una flor, y cuando vi que sus espinas me herían la dejé y continué haciendo un precioso ramo con todas aquellas que sólo me aportan su aroma y belleza. De esa pequeña herida queda sólo el recuerdo, y sin embargo pasear por el jardín donde voy sembrando el resto de flores que recojo, dibuja sonrisas que se reflejan en cada uno de sus pétalos.

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