miércoles, 12 de diciembre de 2007

Mi cuento de Navidad

Érase una Sonrisa con Patas que se dedicaba a ir animando a todo aquel que se cruzaba en su camino.
Podía ver las virtudes de la gente en sólo un vistazo, corregir los defectos con un sólo giro de tuerca, y trasmitir la admiración y cariño fuera o no necesario.
La Sonrisa con Patas se comportaba así por dos motivos: el primero era simplemente que le salía ser así. Y el segundo (consecuencia del primero), que recibía tanto a cambio, que se veía recompensada.
Sin embargo, y aunque la Sonrisa con Patas era muy feliz siendo así, había tanta tristeza y maldad en el mundo, que poco a poco se le iban acabando las fuerzas para seguir contagiando su alegría...
Un día, con la llegada del frío, empezó a ver que cosas maravillosas sucedían: las calles se adornaron con miles de luces de colores, los escaparates de las tiendas estaban repletos de color, los tejados se cubrieron con mantos de blanca nieve, las familias se reunían después de meses sin verse, y la gente, de manera casi espontánea, sonreía!!!
La Sonrisa con Patas sintió tal alegría al ver ese cambio en el mundo, que corrió por las calles abrazando a todo aquel que se cruzaba en su camino y gritaba a los cuatro vientos: "Lo veis??? No es tan difícil ser feliz!!!" En esos momentos se sintió plena, porque sentía que todo el mundo entendía su felicidad ahora que la disfrutaban.
Pero llegó lo peor... Con la huida del frío, huyeron también los buenos deseos de mucha gente, las luces, los colores, las sonrisas... Intentó obtener respuesta, pero lo único que acertaban a decirle era que "ya no es Navidad"...
Paseó desconsolada intentando encontrar una explicación. Y cuando estaba a punto de rendirse, encontró otra Sonrisa con Patas que salió a su encuentro dispuesta a contagiarle su alegría. Cuando le contó todo lo que había pasado, la Sonrisa que se acaba de encontrar le dijo:
-"Mi querida Sonrisa, lo que has visto se llama Navidad, y gracias a ella y todas sus cosas buenas, ahora soy una más de las tuyas. Es ahora, cuando el resto de la gente más lo necesita, cuando debemos volver a contagiarles nuestra felicidad"
- Estoy cansada!!! Por más que lo intento, llega un momento que me quedo sin fuerzas y no soy capaz de contagiar mi alegría... - Dijo nuestra Sonrisa con Patas envuelta en un mar de lágrimas.
- No te preocupes. Sigue como siempre, y piensa que a partir de ahora, tendrás tiempo de descansar y recobrar fuerzas, porque cuando llegue el momento en que te sientas agotada, y creas imposible contagiar tu alegría, llegará la Navidad para hacer el resto.
Desde ese momento, cada vez que la Sonrisa con patas siente que sus fuerzas flaquean, se queda tranquila porque sabe que cuando la Navidad llegue para hacer feliz a la gente, ella podrá descansar.
FIN

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